Los desafíos económicos están en directa relación con qué se pretende mostrar y cómo. En general se supone que como no se utilizará tinta ni papel, será más barato publicar en web. Esto es sólo verdadero si lo que se piensa es hacer en web lo mismo que antes se hacía en soporte papel, lo que significa desaprovechar las posibilidades que tiene, justamente, el medio digital. En la experiencia del equipo de publicaciones de la FaHCE, cuando se decidió editar las Carpetas Docentes de Historia,8 comenzamos con esa idea de editar en web, casi como si lo hiciéramos en papel. Pero rápidamente nos dimos cuenta que necesitábamos el auxilio de una especialista en diseño gráfico que nos ayudara a mostrar en "lenguaje web", lo que nos obligó a reestructurar el sitio. En éste, y en el caso de las revistas, también como en la edición tradicional, seguimos requiriendo la corrección de estilo y la traducción al inglés de los resúmenes y palabras clave. O un especialista en arte, que nos ayude con las imágenes, y otro especialista en derechos de autor, porque uno se entusiasma en poner este y otro cuadro, gráfico, mapa que puede linkear fácilmente, pero hay que saber cuáles de esas producciones están protegidas.9 Finalmente, el material editado es indizado e incluído en diferentes bases de datos para su mayor visibilidad internacional, tarea que requiere de un determinado procesamiento del material que deben realizar los bibliotecarios, dada las capacidades que adquieren en su formación académica, al menos los que estudian en la FaHCE. Este conjunto de actividades relacionadas con la publicación digital tiene su costo, porque la Facultad debe pagar el trabajo de todos esos profesionales.
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Sin entrar en los difíciles caminos de la matemática para explicar cómo se sacan los índices de citación, hagamos sí un pequeño ejercicio para ver cuán representativas son las bases de datos internacionales. Un tema muy sensible a los científicos en general y los historiadores en particular, siempre nos preocupamos por saber cómo está compuesto el universo que estudiamos y si representa cabalmente una determinada realidad. Bueno, para empezar por casa. Ya dijimos que la FaHCE edita 18 revistas científicas, de las cuales 8 lograron ingresar al Núcleo Básico. De éstas, sólo dos están en SciELO y en RedALyC, que son las bases de datos regionales abiertas. En tanto, de las bases de datos pagas, en WoK hay una y en Scopus hay dos. Es decir, la inmensa mayoría de los trabajos que se publican en esta Facultad, no están indizados allí.
Tal vez sea muy útil para los físicos, los químicos y los médicos,29 que publican casi exclusivamente artículos en revistas internacionales, pero en disciplinas tan desmigajadas como las nuestras, hasta que no esté todo cargado, hasta que el último artículo de la última revista no figure en una base de datos, no hay posibilidad de saber quién es quién en las Ciencias Humanas y Sociales. Y eso si contamos nada más que las revistas, pero resulta que, insistimos, en estas áreas del conocimiento, nos empeñamos en seguir editando libros, nos parece tan importante que una serie de artículos constituyan un dossier en una buena revista, como que se compilen en un libro en una buena editorial. Es más, cuántos libros conocemos que, en realidad, son una compilación de artículos ya editados en diferentes revistas, porque en conjunto constituyen un determinado relato histórico! Y uno quiere tenerlo en su biblioteca! Pero estas bases de datos casi no registran libros (o sólo registran la cita de un libro que aparece en un artículo de revista), la inmensa mayoría son revistas, entonces los índices de citación en Ciencias Sociales y Humanas, aunque cargáramos todas las revistas posibles, tampoco estarían reflejando el volumen real de la producción científica. De hecho, hasta ahora no están reflejando el impacto de la producción académica sobre el conjunto de los colegas.30 2ff7e9595c
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